viernes, 23 de julio de 2010

Antes que caiga un rayo desalmado

Antes que caiga un rayo desalmado


En los mares nocturnos de mi sueño
Las hablas sonorosas de esta sangre
Y no es la mía y sí la de la tribu
La de mi boca en otra boca, en otra.

La voz dictada, la mistela en mano,
Alumbraje del tiempo en la memoria,
Ramón David en palomar abrazo,
En voz alta la copa sospechada.

Polimnia bendiciendo asombro, insomnio,
En viento albado amanecer de bala.
Deshilvanados, juntos, inmortales.

Todos con los gatillos en el alma
Esperando a la vieja y sus pericos,
Lo más, lo más del corazón almado.

Valera, 3 de Noviembre de 2007

domingo, 18 de julio de 2010

Fidel Siempre






Fidel Siempre
Pablo Mora

El hombre, entre los años, en busca de la luz, de su luz. El círculo perpetuo de la vida y la muerte. Uno y diverso, de perfil, sobre sus sombras, naciendo, renaciendo. Melodía in crescendo, su locura, su fe, sus osadías lo acosan. Desenfunda la paz contra la guerra. Hombro a hombro, codo a codo, enarbola los sueños de los árboles, la lluvia seminal de su plantío, el centro genital de su coraje, el canto forestal de sus costumbres. Camina noche, sueño, vida. Amanece en horizonte, desplegado. Estrena año, madrugada, aliento, tendido en la playa de su antigua arena. Frente al largo espesor de su quejido, se reconoce, salta, se levanta, enhiesto, sonreído. Relumbra, se decide, se esperanza, se reúne; finca su alborozo, su alegría, fija en el tiempo sus oídos. Arde de furia en la trinchera, eleva sus puños. Cuenta salud, aire, olvido, quitándole la cara al miedo. Cara a cara, dialoga en alto con las horas. Canta, se desborda, multiplica. A pecho descubierto, ofrece cuerpo, vida, alma y suerte. Aloja su rabia luminosa en las ojeras. Sostiene la mirada de los árboles. Bendice los salmos de las sombras, los imponentes secretos de la guerra, la silenciosa castidad de los cordones, mientras avienta duro el corazón del sueño. En furia cordial se descontenta ante la tarde, el fragor, el desespero; asido a su hermana gota jornalera, al pan que se esconde en los aleros. De repente, estalla, se desata la lluvia entre sus sueños, entre choza, caserío, vereda, sementera. Siempre, el hombre. El tiempo, siempre. Perpetúa el camino. La eternidad. Deseo de que un instante eterno sea: presente sea, futuro sea. Como el mar, que no se arruga, no cambia, no pasa. Presente el hombre siempre, ensaya continuas eternidades. Barco de larga, larga travesía, ola lenta de fuertes resonancias, cabalga a pelo sobre el mar; en el Pegaso de la mar cabalga que cabalga las estrellas, a caballo en las crines de la mar. Caballo desbocado, siempre galopando el mar. Bueno para el trabajo y la batalla. En esta hora de soledad marina, activa aguas puras. De nuevo existe, canta, sueña, cree. Abriendo el horizonte de las albas, la festiva grandeza del preámbulo, un desgarre de luces torrentosas, un mirar hacia dentro de nosotros. Resiste el milagro de la vida, el saludo del hombre que florece, la fogata que lleve al alumbraje. Mochuelo en las tronadas de la noche, delirante, al acecho de otra aurora, sobre las polvaredas de los sueños, entre borrasca, grito y alborada, locura al cinto, en lucha con su pena. Cavila entre la noche y la tormenta. Consagra la levadura eterna de los panes. Nos acusa, nos grita, nos reclama. Por obra y gracia del insomnio el hombre el hombre rayo que arde en la tormenta alarido crispado en huracán por fin él ocupándose del hombre el hombre simplemente el hombre a solas en paz consigo con su pena al hombro al descubierto hermano universal guarango chontaduro cañahuate chaguaramo apamate guayacán samán araguaney o flamboyán universal ceniza en singladura en pulpa en hueso en lluvia en soledad rojo duro durable resistente calcáreo frondoso para siempre incorruptible eterno refulgente Caguairán indomable frente al viento la semilla del hombre germinando quiebra hacha fidel fuego pueblo y tierra el hombre a punta de hombre y tempestad semilla germinal a la intemperie andando andando andando andando andando

pablumbre@hotmail.com


sábado, 17 de julio de 2010

Un Canto Para Bolívar






Un Canto Para Bolívar


Pablo Neruda




PADRE nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el airede toda nuestra extensa latitud silenciosa,todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:tu apellido la caña levanta a la dulzura,el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,la patata, el salitre, las sombras especiales,las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,todo lo nuestro viene de tu vida apagada,tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.
Tu pequeño cadáver de capitán valienteha extendido en lo inmenso su metálica forma,de pronto salen dedos tuyos entre la nievey el austral pescador saca a la luz de prontotu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.
De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?Roja será la rosa que recuerde tu paso.Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?Es roja la semilla de tu corazón vivo.
Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.Y otra mano que tú no conociste entoncesviene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,de la cárcel, del aire, de los muertos de Españallega esta mano roja que es hija de la tuya.
Capitán, combatiente, donde una bocagrita libertad, donde un oído escucha,donde un soldado rojo rompe una frente parda,donde un laurel de libres brota, donde una nuevabandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.Los malvados atacan tu semilla de nuevo,clavado en otra cruz está el hijo del hombre.
Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,el laurel y la luz de tu ejército rojoa través de la noche de América con tu mirada mira.Tus ojos que vigilan más allá de los mares,más allá de los pueblos oprimidos y heridos,más allá de las negras ciudades incendiadas,tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:tu ejército defiende las banderas sagradas:la Libertad sacude las campanas sangrientas,y un sonido terrible de dolores precedela aurora enrojecida por la sangre del hombre.Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,de nuestra joven sangre venida de tu sangresaldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.




martes, 13 de julio de 2010

Preguntas






Preguntas

¿Por qué estarán los vientos separándonos?
¿Cuándo podrás quedarte entre tu sombra?
¿Quién que sea no es gota en el alambre?
¿Cuánto sabrá mi asombro de los gatos?
¿Sabrán los sueños algo de nosotros?
¿En verdad creerá en nosotros Dios?
¿De qué lado estará la suerte yendo?
¿De qué lado los bárbaros están?
¿Quién al árbol le quita la mirada?
¿Quién con las amapolas la agarró?
¿Para quién el aviso de los muertos?
¿Quién del polvo podrá escapar riendo?
¿Quién de verdad ha añadido algo al mundo?
¿Quién hay que no esté en pie de muerte andando?

¿Eres tú o yo éste que se mira en el espejo?
¿Han de ser iguales todos los espejos?
¿Habrase dado ya con el espejo eterno?
¿Tiene algo que ver la Libertad con la miseria?
¿Puede vivir tan sólo masturbándose en el Puerto?
¿Quién dijo Libertad primero?
¿Quién escribió su nombre su poema?
¿Quién los borró de las praderas?
¿Qué sabe la derecha de la izquierda?
¿De qué color se viste la igualdad?
¿Qué se hizo Jesucristo?
¿Dejaremos de morir de veras?
¿Cuándo somos de veras lo que somos?
¿Somos la insomne lumbre que nos crea?

Pablo Mora



lunes, 12 de julio de 2010





Paz es un elemento
que no tiene contornos definidos;
no le conocemos longitud, altura,
ciclo molecular, peso específico.
Mas le conocemos su sabor exacto:
es un sabor a trigo,
a leche y miel, a rosas, a durazno,
que como un corazón recién nacido
palpita entre los dedos de las hojas
por su sola dulzura sostenido.


Tiberio León




sábado, 19 de junio de 2010

Hay


Hay
Pablo Mora

In memoriam: José Saramago

Hay un retrato de agua y de quebranto palabras de entre casa y las de cambio un juntar de palabras escondido una cuerda más tensa y resonante la amenaza de muerte o de esperanza hay sombras y luciérnagas hay vida ese olor de mujer que nos persigue o ese clamor de patria que nos reta o con el alma de la patria en ascuas una vena sangrando de pavor la nocturna memoria sofocada el murmullo del día amanecido la jaula de locura enfurecida hay mentiras de más y compromisos la vida inesperada descubierta la promesa escondida en la semilla aguas blancas secretas reunidas lo amargo de las sombras y las penas

Hay el grito solar como protesta el infierno el martirio de los hombres un río una promesa el mar dormido un juego de demencia una ventana el íntimo rumor que abre las rosas el camino del perro su pupila señales de estar vivo y en peligro la noche y su recado a la intemperie altos troncos y en lo alto el claro canto la palabra y el llanto y sus hogueras el mar su llamarada sus confines grandes secretos todos escondidos hay un terror de manos en el alba un rechinar de puerta una sospecha un grito que horada como una espada un ojo desorbitado que te espía hay un fragor de fin y de derrumbe un enfermo que rompe una receta hay un niño que llora medio ahogado hay un juramento que nadie acepta una esquina que salta en emboscada un trazo negro un brazo que repele un resto de comida masticada una mujer atada que se acuesta

Hay flores que navegan en azul hay la antigua memoria de las aguas un árbol que conozco de memoria hay un hombre velando desatado hay una noche insomne rebelada la lumbre del asombro al descubierto el fondo más lejano de los vasos hay un viento que danza hay una calle un cielo hay unos árboles en fila hay una soledad ciertos recuerdos hay una atmósfera de hollín cargada de asombro de pavor de escarapela hay un viento que danza enloquecido hay un reloj de tiempo detenido hay un reloj paralizado ahora una calle un rencor hay alguien solo hay hambre junta en oleada atroz hay hambre antigua nueva y a montones la miseria el luto otra vez el hambre al hombre lo cobija el hambre antigua en el umbral del tiempo se acurruca sólo comemos soledad y pena seguimos con el hambre todavía en el ruedo del hambre y de la guerra se agiganta la sombra de la muerte la lluvia Dios el hombre tienen hambre

Hay un paso dos muros escondidos hay un batir de remo acompasado el silencio que ahoga y amordaza de pie la cuerda tensa del orgasmo la sombra de la muerte que reúne el peso de la noche y el gemido el reverso del trono el rudimento la promesa dormida en la semilla hay el grito solar como protesta el grito la amenaza el perro malo la pena del silencio el sinsentido hay un terror de manos en el alba el aullido del pan acá en la puerta la pólvora y el pueblo y la palabra hay la esquina del tiempo que resurge el destino del hombre su sollozo hay un pobre que llora en el barranco un niño que entre lluvias llanto apaña hay un dolor de huecos por el aire hay una luna canjeada en muerte —miserable torpeza de la noche— hay divinos almácigos en guardia hay un hombre que lucha con su hambre hay mil pruebas mortales que vencer hay que amar con horror para salvarse ¡Hay hermanos muchísimo qué hacer! (PSA).

pablumbre@hotmail.com

miércoles, 17 de marzo de 2010

RETO BOLIVARIANO





RETO BOLIVARIANO
Pablo Mora


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Created Dec 21, 2009 by Cesar Omaña


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¡Creo en ti, perenne Hijo de la Gloria!
¡Inmarcesible Rayo de la Guerra!
¡Comandante invencible de Los Andes!
¡Espada vencedora de los Dioses!
Creo en el Ávila, fanal primero
donde irradió el fulgor de tu existencia.
En el vientre que arrulló tu gloria
y en el maestro que templó tu mente.
En el pueblo que siguió tus pasos
y en la nodriza negra de tu infancia.

Creo en la Roma en que juraste un día
dar tu sangre por nuestra Libertad.
En el mar en que acampaste cuando
la Patria te confió el primer mandado.
En la ternura que le diste a Fanny
con el aliento de tu amor a prisa.
Creo en la flama de amor de Manuelita,
en la fulguración de tus soldados
y en la estampida de palomos briosos
en busca del Jinete redivivo.

Creo en la nívea pila bautismal
al fraguarte inmortal Libertador,
en la pila sagrada de Los Andes.
En el Llano que se fue contigo,
erguido fiel por nuestra libertad.
En la lealtad del corazón
del negro en llamas que inmoló la Patria.
Creo en el Mariscal en que creíste
y en la desgarradura de Berruecos.
Creo en tu arrojo que envidiaste a Piar
y en el Piar que tuviera que morir
para abrir paso a tu esperanza egregia
en medio de la lucha sin cuartel.













Creo en Petión, el de la noble mano,
al enjugar la lágrima al esclavo.
En la furiosa huracandad de Pisba,
acicate feroz de tus soldados,
en el alumbramiento de la helada,
hijo de aquél que se quedó en la cuesta.
Creo en la majestad del Chimborazo
donde de pie entendiste al viejo Tiempo.
En tu rostro desafiando el mar
cuando, lejos, clamabas por la Patria.
En los ásperos callos de tus manos
para el hambre de América harapienta.

Creo en tus brazos y en tus puños creo
desde la eternidad encabritados.
En el samán que te albergara creo,
en tus noches, tus selvas, tus caminos.
Creo en el tamarindo de Angostura
donde amarraras tu esperanza al río.
En el entrecejo de tus iras
y en el crispado acento de tu verbo.
Creo en tu hamaca, compañera fiel
en cada escaramuza libertaria.
En la orfandad de tus monturas viejas,
añorándote a ti, ¡Oh Padre Nuestro!

Creo en las plateadas herraduras,
hechizos del galope redentor.
En tu espada que atizó la gloria,
sembrando sobre sombras libertad.
Creo en Palomo y su inmortal relincho
cuando, gozoso, te sabía campal.
También en los secretos que confiabas
a tu mula Orejona y obediente.
Creo en el tremedal de Casacoima:
regazo en el delirio de tus sueños.
Creo en Pichincha y creo en Boyacá
y en Junín, Carabobo y Ayacucho.













Creo en la cruenta imagen que tenías
de aquella América rapaz del Norte.
En el recio camarada Rooke
quien a la noche le ofrendó su brazo.
En la Gran Colombia que fundaste
y en el sueño de América, la Patria.
Creo en tu pensamiento, fulminante
hoguera de visiones sempiternas.
Creo en Jamaica y creo en Angostura
donde fijaste el rumbo a nuestra América.

En la América tuya tan dolida,
ágora ayer: la comunión del mundo.
En Tinjacá y en tu Nevado perro,
en tu pobreza y tu camisa rota
para la desnudez de Santa Marta.
En el fulgurar de tu relámpago
perdido en la hondonada del vacío.
En el alarido de la noche
con la última proclama de la unión.
Creo en la redención de nuestro suelo
por tus huestes apenas comenzada.

En nuestra soledad iluminada
por tu ejército ahora clandestino.
En la reciedumbre de tu furia
amparada en melífera ternura.
Creo en tu sangre guaicaipura y éuscara,
hermana de la sangre de Lautaro,
¡Oh Fénix trashumante, la esperanza
de los partos solares por venir!


















Creo en la Guerra de Tupac Amaru,
la Guerra a Muerte que empuñara el Ande.
En Martí cuando corrió a buscarte
en la noche sangrienta de tu América
y en la montaña que soñó tribuna,
entre relámpago y furente rayo,
y un manojo de pueblos en tu puño,
rendidos los tiranos a tus pies.
Creo en el Che, en Camilo y en Sandino
para tu valentía encarnaduras.
Creo en todos los hijos de la Tierra
capaces de fraguar la nueva aurora.

En la hospitalidad de estas neblinas
creo, remanso de tu luengo insomnio.
Definitivamente creo en Ti,
¡Omnipotente Padre de la Patria!
Y aunque tú ya una Patria nos dejaste,
creo en la Patria que nos falta hacer.
Creo en ti, ¡Adalid de Libertad!
Desde estos ventisqueros de los Andes,
donde una América de pie te espera
para salir a libertar más patrias
así tengamos que retar a Dios
con tal de no seguir arando el mar.