martes, 9 de junio de 2009

MANIFIESTO

Pablo Mora



NOSOTRAS Y NOSOTROS poetas de un siglo redivivo, náufragos de apabullantes hormigueros de concreto. Hijos de Bolívar, de Martí y del Che. Del sol, del viento y de las lluvias; de ventisqueros, cangilones y aguaceros. Hermanos de Violeta, Alí, Víctor, John Lennon y sus guitarras vivas. Camaradas de la rosa, de Aquiles, de Argimiro. De manos de una era que evocará nuestros nacimientos y barbaridades, al terminar de encresparle los cabellos, de pintarle de rouge los labios a la luna.
CONSIDERANDO En frío, imparcialmente, que el hombre es un animal lóbrego, mamífero, que suda, almuerza y se abotona. Que la alegría es el único bien que, repartiéndolo, aumenta siempre. Que se precisa una gran dosis de insomnio para ocuparnos de las sombras de los sueños, esas tremendas largas sombras legañosas. La necesidad del fusil allá en las tierras de Cantaura, Sierra Maestra, Boca de Monte o Tancipay. Que el día es de los vivos; en tanto la noche, pletórica, de sabios vagabundos.
DECRETAMOS Que sólo haya día para el hombre. La vigilia permanente hasta que al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entremos en espléndidas ciudades. En una palabra, el insomnio. Insomnio para la resurrección de Maiakowski, Baudelaire, el Chino Valera Mora, Ramos Sucre, Zalamea; Otero Silva, Rimbaud, Camilo, Óscar Arnulfo, Sandino, Lautaro. Su resurrección en cada uno de nuestros actos y nuestros orgasmos, creadores o no creadores, destructores y procreadores.
Insomnio para verle las rosas hilachas a la aurora, la que será de ahora en adelante nuestra primera camarada, compañera, hasta darle un viraje a tanta oscurana, puesta la mano en los arietes del alba. Insomnio para dar con el alma del paisaje o con el arma errante de Cantayumare, la que ha de acompañarnos en la lucha de este tiempo. Insomnio para que nazcan flores en las plazas y los campos y llevemos a pasear las mariposas a La Romería, La Parada, Mesa de Aura, París, Roma o Buenos Aires. A Los Chorros, Los Médanos, Canaima, Cachamay, La Hacienda o La Llovizna. A Las Coloradas, El Valle de la Luna, El Tequendama, Machu Picchu, El Chimborazo o Santa Marta.
Insomnio para los impotentes que no saben que el coito mayor se hace con el alma como los ouroboros cuando a sí mismos se desguazan. Insomnio hasta que sean barridos los bribones, los traficantes de la guerra; para pasar la seña, la palabra, para armar a Dios, al prójimo y al pobre, para seguir haciendo la palabra. Para impostar la voz, el griterío, para disparar contra la guerra, para que la belleza sea revolucionaria y el porvenir socialista. Insomnio desde este ventanal iluminado, desde esta azulada atalaya enrojecida, para emprender las batallas que hagan falta.
Insomnio cargado de neblina, siempreviva, amor ardiente y también con las aguas del Torbes y del Quinimarí; del Albarregas, Cabriales, Orinoco o Caroní; Guanda, Plata o Tuira. Toa, Elqui, Maipo, Loa. Río Bravo, Río Grande, Amazonas, Guayas, Paraná. Unas para espantar al diablo. Otras para enamorar las rosas y las abejas que aparezcan detrás de los asombros.
Insomnio quisqueyano, nicaragüense, andino, oriental, cubano. Central, mundial, argentino. Peruano, maracucho o mejicano. Guatemalteco, uruguayo o araucano. Ecuatoriano, salvadoreño o colombiano. Insomnio para el llano que duerme con la luna, sin pararle bola a los espantos. Insomnio para el infortunio de Caracas que no sabe que tiene un ángel despierto entre su alma. Insomnio hecho en Venezuela al lado del Caribe. Pensando en América, la Patria. Para el mundo de hoy y de mañana. Con la gracia imponente de recias madrugadas.
JURAMOS No dar descanso a las pestañas hasta revelar el poder de la palabra, el renacer de la Poesía, la que irá por las calles con nuestras firmas y nuestra propia sangre, alegre, entre las venas o corriendo por Cantaura, por Yumare, El Amparo, Guantánamo, Chiapas, Santa Cruz, Dos Ríos, La Higuera o Vallegrande.
Insomnio, apuntala nuestros días, sepulta nuestros odios, enrumba nuestra paz, nuestra alba y nuestras armas cargadas de futuro. Definitivamente, insomnio, insomnio, insomnio, insomnio, insomnio. Luz, luz, luz, fuera de la luz la muerte. Tras un amanecer que al fin alumbre un día con la noche esclarecida de azul mañana que la fe vislumbra. Insomnio, insomnio, insomnio hasta la muerte. Luz, luz, luz, fuera de la luz la muerte. ¡Insomnio para el hombre de este tiempo!


Pablo Mora
IV Feria Internacional del Libro de Venezuela - FILVEN 2008 Táchira
Primer Encuentro de Jóvenes Escritores del ALBA
San Cristóbal, 31 de octubre al 05 de noviembre

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